lunes, 14 de marzo de 2011

Los formadores del siglo XXi

 
  El examen de los avances y problemas que enfrenta la formación docente necesita no sólo considerar la relación existente entre ella y determinadas políticas educacionales, sino también por lo menos de alguna referencia a los marcos conceptuales que se han manejado respecto a la formación de profesores. Estos marcos, que suelen ser implícitos, también llevan en si versiones sobre lo que se entiende por profesión docente.
  Freire  describe a la educación como  el llegar a ser críticamente  consciente de  la realidad personal de tal forma que se logre actuar eficazmente sobre ella y sobre el mundo , esta concepción supone  también una posición  respecto del significado de la conciencia crítica sobre la capacidad y los límites  del conocimiento del mundo y a cerca de los criterios  para  juzgar la eficacia de tal enfrentamiento
  En el curso del tiempo la responsabilidad del profesor y profesora se ha entendido desde concepciones restringidas de su profesionalismo hasta asignarle en la práctica casi total responsabilidad por los resultados del sistema educativo; y esto, sin que se le haya otorgado mucha posibilidad de decir cómo debería ser ese sistema educativo.
  Mentalidad disciplinada:

En la mayoría de los colegios se enseñan sólo contenidos que se deben aprender de memoria, critica Gardner; es decir, qué rey siguió a qué reina, qué año pasó tal cosa, cuántos planetas hay en el Sistema Solar. ¿Eso es el pensamiento disciplinado? No, responde el psicólogo en su libro.

Piensa que a los jóvenes no se les enseña a pensar de una manera disciplinada. Para lograr eso, dice, los educadores deben hacer que el niño, el adolescente, entienda lo que se le está enseñando y hacerlos practicar. Como los contenidos son invenciones del ser humano, el cerebro no está preparado para aprenderlos de manera intuitiva .

Desarrollar un plan de formación

ara llegar al objetivo final, lo primero es realizar un diagnóstico de situación de la empresa con relación a los retos (internos y externos) a los que se ha de enfrentar en el corto-medio plazo y los obstáculos o dificultades que se interponen para el desarrollo de un plan de formación.
 
Análisis de la situación de partida
. Diseño del plan de formación
La planificación de la formación es transformar las necesidades identificadas en formación que genere las competencias (capacidades) necesarias en la plantilla para solucionar los problemas detectados.
Diseño del plan de formacion
3. Gestión e impartición de la formación
CONTENIDOS FORMATIVOS
¿Qué conocimientos teóricos y prácticos se deberían impartir para superar las necesidades detectadas y adquirir las capacidades señaladas?
POBLACIÓN DESTINATARIA
¿A qué trabajadores/as de la empresa interesaría más formar?
Nº DE PERSONAS
¿Cuántas personas serían destinatarias?
CRONOGRAMA
¿Qué periodo del año es el más conveniente para que la plantilla asista a las actividades formativas?
DURACIÓN
¿Qué duración máxima deberían tener los cursos según necesidades de producción, y de conciliar la vida profesional y personal de los/as trabajadores/as?
JORNADA
¿Qué horario sería el más adecuado?
MODALIDAD
¿Cuál sería la más adecuada teniendo en cuenta las características de sus plantillas?
LUGAR DE IMPARTICIÓN
¿Dónde sería más conveniente impartir la formación?

4. Evaluación de resultados
Objetivos formativos vs Resultado FormaciónLa evaluación pretende medir el grado de adecuación entre los objetivos formativos y los resultados obtenidos de la gestión e impartición de la formación.
En esta fase pretendemos evaluar:
       1. el desarrollo del plan de formación.
      
2. resultados de las acciones formativas.
En la evaluación intervienen varios indicadores, todos ellos se ven afectados por las diferencias en el desarrollo de la formación (modalidad, duración, colectivo…).


Evaluación - Proceso

ESULTADO FINAL Y SEGUIMIENTO
Evaluación - Mejoras


Mucho antes del ingreso de nuestro país en la Unión Europea (en aquel tiempo Comunidad Económica Europea) ya existían varias disposiciones legales que trataban de regular la incidencia que algunas actividades, consideradas como molestas, insalubres, nocivas o peligrosas, tenían sobre el medio ambiente.

Tal es el caso del Decreto 2414/61 de noviembre de 1961 en el que se propone la adopción de medidas correctoras para evitar la repercusión sobre la sanidad ambiental de las actividades que entraban en la definición de molestas, insalubres, nocivas o peligrosas.

Años después, la Ley de Minas de 1973 contenía algunos comentarios relacionados con el impacto medioambiental de las actividades extractivas, sugiriendo la necesidad de elaborar estudios para tratar de proteger lo que entonces se entendía como medio ambiente.
Posteriormente, en 1982 el Real Decreto sobre restauración del espacio natural afectado por actividades extractivas, ya incluye de forma específica por vez primera la obligación de realizar estudios de impacto ambiental para nuevas áreas de explotación.  

Poco después, en 1984, el Real Decreto 1116, sobre restauración del espacio natural afectado por las explotaciones de carbón a cielo abierto y el aprovechamiento racional de estos recursos energéticos, ya contiene la obligación de llevar a cabo planes de restauración para el espacio natural afectado por estas actividades. Especificando que dichos planes deben poder identificar y evaluar los efectos de la actividad sobre el entorno natural.

Prevenir versus corregir

Uno de los principios básicos que desde hace décadas está contenido en las políticas ambientales más avanzadas es el de la prevención, que trata de evitar, con anterioridad a su producción, la contaminación o los daños ecológicos, más que combatir posteriormente sus efectos.

En este marco, la Directiva Europea, relativa a la evaluación de las repercusiones de determinados proyectos públicos y privados sobre el medio ambiente, representa el instrumento jurídico que mejor respuesta a esta necesidad de prevenir
Las sucesivas actualizaciones de Directiva comunitaria de Evaluación de Impacto Ambiental (EIA) considera, entre otros aspectos, que los efectos de un proyecto sobre el medio ambiente deben evaluarse para proteger la salud humana, contribuir mediante un mejor entorno a la calidad de vida, velar por el mantenimiento de la diversidad de especies y conservar la capacidad de reproducción del sistema como recurso fundamental de la vida.